Advertencias
Disfunción sexual persistente: antidepresivos y finasteride
Jorge Saiel Ãlvarez, Claudia Roitter
Alergia e Inmunología Clínica 2021;(01): 0015-0016 | Doi: EN TRAMITE/AEIC/2021001/0015-0016
Diferentes fármacos indicados para distintas patologías, pueden influir en la función sexual, afectando el deseo, excitación y orgasmo con la correspondiente afectación en la calidad de vida. Se describe especialmente antidepresivos y finasteride. Considerar la importancia de comunicar al paciente estos posibles efectos.
Palabras clave: disfunción sexual.
There are various drugs indicated for different pathologies that can influence sexual function affecting desire, excitement and orgasm with the corresponding effect on quality of life. Antidepressants and finasteride are especially described. It is important to communicate these possible effects to the patient
Keywords: sexual dysfunction.
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
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Recibido 2021-03-20 | Aceptado 2021-05-18 | Publicado 2021-09-30
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Varios grupos de fármacos pueden afectar la función sexual: antihipertensivos, antidepresivos, antipsicóticos y antiandrógenos, entre otros1. También las drogas de uso más común (alcohol, cocaína y otros estimulantes y alucinógenos) son causas frecuentes de problemas sexuales.
Fármacos y drogas pueden afectar el deseo, la excitación y/o el orgasmo. La falta de deseo, de lubricación en mujeres, la disfunción eréctil y la eyaculación prematura, retrógrada o ausente en hombres, la anorgasmia y el dolor en los genitales afectan tanto a quien los usa como a su pareja.
Son efectos adversos que suelen desaparecer al retirar el fármaco, pero en algunos casos los síntomas pueden persistir, incluso años después de suspenderlos.
Los antidepresivos, ya sean tricíclicos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), o de serotonina y noradrenalina (ISRNA) o los inhibidores de la MAO (IMAO), con frecuencia están asociados a problemas sexuales adicionales.
En una revisión sistemática de ensayos clínicos y estudios observacionales con cuestionario específico sobre sexualidad en pacientes en monoterapia (excepto benzodiacepinas), la prevalencia fue de 25% (mirtazapina, fluvoxamina) a 70-80% (sertralina, venlafaxina, citalopram, paroxetina, fluoxetina); escitalopram, duloxetina, imipramina o fenelcina mostraron prevalencias intermedias.
En el conjunto de los grupos placebo la incidencia fue de 14%. Con todos los fármacos se registró inhibición del deseo, la excitación y el orgasmo, sin grandes diferencias entre ellos2. Igualmente, se debe tener en cuenta que las incidencias estimadas en diferentes estudios y revisiones sistemáticas han sido variables.
El bloqueo dopaminérgico que producen los neurolépticos da lugar a hiperprolactinemia, con supresión del eje hipotálamo-hipofisario-gonadal, lo cual inhibe el deseo, la excitación y el orgasmo en mujeres y hombres, causando, además, disfunción eréctil y problemas de eyaculación en ellos.
La incidencia es particularmente elevada con risperidona, seguida en orden decreciente por haloperidol, olanzapina, clozapina, quetiapina y aripiprazol3.
Los anticonceptivos hormonales también dan lugar a una disminución del deseo sexual, que es más persistente y duradera con los de efecto prolongado, como el acetato de medroxiprogesterona de depósito.
Los bloqueadores α-adrenérgicos utilizados en caso de hiperplasia de próstata (alfuzosina, tamsulosina, terazosina) registran una incidencia de 10% de eyaculación retrógrada, por ejemplo, con tamsulosina4.
Los antiandrógenos (como ciproterona), análogos de la hormona liberadora de gonadotropina, digoxina y espironolactona bloquean el receptor androgénico, lo que reduce el deseo, inhibe la excitación, afecta el orgasmo y puede inducir galactorrea en ambos sexos.
Los corticoides disminuyen los niveles circulantes de testosterona, lo que reduce el deseo en ambos sexos y causa disfunción eréctil en el hombre5.
Los inmunosupresores, como everolimus y sirolimus, afectan la función gonadal y causan disfunción eréctil.
Los antirretrovirales inhibidores de proteasa causan problemas sexuales varios y disfunción eréctil en más de la mitad de los hombres tratados.
Antihistamínicos con pseudoefedrina (contenidos en los llamados “antigripales”), analgésicos opiáceos y otras drogas también pueden ser causa de problemas de sexualidad.
Efectos persistentes sobre
la sexualidad tras suspender
el tratamiento farmacológico
Además de los efectos comentados hasta aquí, en los últimos años se han descripto problemas que persisten meses o años tras dejar un tratamiento con un antidepresivo ISRS o ISRNA, finasteride e isotretinoína6.
Los síntomas, tales como disfunción eréctil, pérdida del deseo, anestesia genital y orgasmo débil, fueron comunes para los tres grupos de fármacos, mientras que los casos de eyaculación precoz y de trastorno persistente de la excitación genital (persistent genital arousal disorder, PGAD) solo se registraron en pacientes tratados con ISRS.
Se debe considerar el diagnóstico cuando el o la paciente describe que el problema no existía antes de iniciar el tratamiento, que todavía persiste después de la remisión de la depresión y la retirada del fármaco y que no hay otros problemas físicos relacionados con la disfunción sexual. El PGAD se ha descrito casi exclusivamente en mujeres. Se caracteriza por una excitación genital no deseada en ausencia de sensación de deseo sexual. A veces es dolorosa, puede durar horas o incluso días, y normalmente no remite después de un orgasmo. Las pacientes describen los síntomas como angustiantes e intrusivos. Se ha descrito durante el tratamiento con fluoxetina o tras suspender venlafaxina, sertralina, paroxetina, citalopram7 o fluvoxamina. Para el tratamiento de este trastorno se han utilizado antidepresivos como la clomipramina a dosis bajas.
Se ha descrito también un cuadro similar, que se ha denominado “síndrome de los genitales inquietos” (restless genital syndrome, RGS). Cursa con malestar, dolor, entumecimiento, vibración, agitación o sensación de quemazón en la vagina, el periné, la pelvis, el pene y la región proximal de extremidades inferiores. Ha sido descrito ocasionalmente en pacientes con enfermedad de Parkinson.
El síndrome postfinasteride
Finasteride es un inhibidor de la 5α-reductasa. Está autorizado en comprimidos de 5 mg para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata (HBP) y en comprimidos de 1 mg para la alopecía androgénica en hombres, con una eficacia modesta en ambas indicaciones8.
En ensayos clínicos en pacientes tratados con finasteride, se ha descrito impotencia (5-10%), trastorno de la eyaculación (3-5%) y disminución de la libido (6-7%). En algunos pacientes estos efectos adversos sexuales han sido persistentes, incluso tras suspender el tratamiento. Esta persistencia es mayor en relación con una larga duración del tratamiento9. Para describir estos efectos adversos, se ha propuesto el término “síndrome postfinasteride”.
Algunos tratamientos propuestos
Se han probado sildenafil y vardenafil para la disfunción eréctil, y otros fármacos, como buspirona (agonista del receptor de la serotonina 5HT1, no comercializado en Argentina), trazodona y mirtazapina (antagonistas de los receptores de la serotonina 5HT2 y 5HT3, respectivamente), pero no se les ha reconocido eficacia10.
Conclusiones
Varios fármacos pueden afectar la sexualidad. Eso queda claro. El infradiagnóstico parece ser un problema importante a considerar, así como la falta de información farmacológica brindada al paciente.
Se deberían considerar alternativas terapéuticas, como también las retiradas y los tratamientos oportunos.
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